Y sigo insistiendo en escribir sobre el tema. El día de ayer fui a la sucursal de Correos del Ecuador ubicado en la calle Japón detrás del Centro Comercial CCI. Se nota que ya no hay dinero para arreglar el lugar, el turnero se daño hace meses, es difícil para alguien que no ha ido antes saber en que fila se tiene que poner. Los empleados son jóvenes pero con unas caras tristes como si hubieran ya vivido mil años y les pesara la vida, te atienden sin afán y si alguien se queja te contestan con un desdén como si ya no le importara a nadie quien tiene la razón.
Me acerque a la caja para solicitar unos paquetes de mi casilla postal. La señorita fue a buscar mis paquetes, cuando regresó me dijo:
- Estos son los últimos paquetes que le entregamos porque que no ha pagado su casilla.
- Me olvide de pagarla - respondí - antes ustedes solían dejar un recordatorio en las casillas a principios de año para la gente se acuerde de pagar.
- Usted sabe muy bien que es su responsabilidad pagar la casilla a inicios de cada año. - Me contestó reprochándome.
Ya no quise enojarme con la "joven de mil años", su cara lavada y mala actitud daba más pena que ganas de entablar una discusión. Seguí con el procedimiento de firmar la entrega de los paquetes y también pagué para renovar mi casilla, lo cual involucraba otras firmas.
Cuando ya me estaba yendo le dije:
- Pero por favor dígale a sus jefes que es mejor que envíen los recordatorios para pagar las casillas.
- Lamentablemente - me respondió - los cambian a cada rato que ya no importan que se lo diga.
- ¿A quien cambian tanto? ¿A sus jefe? - pregunté.
- Si - me contestó sin vacilar.