Caminaba por la calle en un día lluvioso, estaba nublado y existía una pequeña lluvia que hacía apurar el paso. Era Domingo y empezaban a rondarme en la mente los problemas de la oficina adelantándome al día de mañana. Al pasar cerca de un poste de luz siento lo que pensé que eran gotas de lluvia en mi brazo. Regreso a ver hacia la manga mi chompa, (chompa es una cazadora corta y ajustada a la cadera para él que no conozca el término), y confirmo lo que en realidad había pasado. Las abundantes manchas negras y verdes aseguran que fui cagado por un pájaro.
Regreso a ver
hacia arriba del poste de luz y veo al culpable, un mirlo negro de Quito. (El mirlo es un pájaro común en la ciudad). Lo miro enojado con indignación y antes
de lanzar un improperio el pájaro me regresa ver directamente a los ojos y me dice
con su mirada muerta:
- No me interesa quien eres, no entiendo porque estás enojado. Estoy aquí
arriba sin preocuparme que día de la semana es o que tengo que hacer mañana. Soy
un pájaro y simplemente cagué.
Después de ese rápido cruce de miradas me tranquilicé. Entendí la coincidencia del momento y que había tenido la fortuna de que me pasé esto por primera vez en mi vida. Se me despejaron las preocupaciones y por un momento me olvide de todo. Regresé a ver a mi acompañante que se aguantaba la risa y le dije “Un pájaro infeliz se me cagó”.